19/1/14

La reforma de Obama no convence

El viernes 17 de enero, el Presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, pronunció un esperado discurso donde anunció reformas a las regulaciones y prácticas sobre vigilancia y espionaje por parte de los servicios de inteligencia de su país. El anuncio era esperado fundamentalmente por el escándalo que se generó a partir de las revelaciones de Edward Snowden que expusieron abusos por parte de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA por sus siglas en inglés). Las reformas que propuso Obama, si bien son bienvenidas, resultan insuficientes para asegurar que abusos y violaciones de derechos fundamentales no ocurran nuevamente.

Las reformas propuestas - que no desarrollo en detalle en esta nota - son insuficientes para resolver dos de las preocupaciones más importantes vinculadas con la defensa de derechos humanos. Por un lado, el problema de la recolección masiva de información de personas dentro y fuera de los Estados Unidos; y por el otro, no se han dado señales que quienes no son ciudadanos de ese país tengan garantías de que no serán vigilados sin órdenes judiciales.

Es cierto que las reformas propuestas son un avance por cuanto resuelven  incrementar la transparencia y el control de las acciones vinculadas con la vigilancia. Sin embargo, los cambios no parecen haber sido diseñados teniendo en cuenta los derechos humanos como centro del debate. Por el contrario, parecería que la "seguridad nacional" sigue siendo la luz que ilumina las reformas y de allí se explica que no se resuelva un problema que a esta altura es conceptual: la recolección masiva de datos de las personas viola el derecho a la privacidad. Es bienvenido que el Presidente Obama haya sostenido su compromiso por la defensa de este derecho de manera global. Pero la reforma que propuso no está en línea con esa afirmación.

El escándalo de las actividades de la NSA provocó la continuación de la caída de la autoridad moral de los Estados Unidos como defensor de derechos fundamentales. La creación de una comisión especial para analizar lo ocurrido con la NSA y proponer reformas, conformada por personas de alto prestigio -los constitucionalistas Cass Sunstein y Geoffrey Stone, entre otros- fue una reacción adecuada ante lo sucedido. Tiene razón el Presidente Obama cuando expresamente en su discurso dijo que debates de este tipo serían impensables en países como Rusia o China, donde el espionaje y la censura en Internet son constantes. En verdad, si hubiera mirado un poquito al sur y a su continente, podría haber agregado en esa lista por ejemplo a Venezuela, donde los intentos de controlar el flujo de información en la red y de instalar tecnología para la vigilancia se han incrementado en los últimos tiempos.

Como decía al comienzo, lamentablemente los cambios que propuso el Presidente norteamericano son, aunque bienvenidos, insuficientes. Si los Estados Unidos quiere nuevamente ponerse al frente de los países que defienden la libertad y el respeto de los derechos fundamentales en Internet, debería demostrarlo no sólo con una reforma más profunda sino también en la práctica. Veremos si ello sucede.



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